Independencia
Por Minerva García Niño de Rivera
Eras una niña y no sabías leer ni escribir, con la ayuda de tu padre aprendías de memoria un discurso sobre la Independencia Mexicana, que estaba escrito en papel ministro. Te preparabas para estar frente a los conciudadanos que te escucharían desde la tribuna. Aquel día, no sólo elevaste tu voz para conquistar al viento, aquel día, nos enseñaste también que apoderarnos de ella nos daría independencia y libertad para hablar, opinar y decidir. Tenías cuarenta años cuando aprendiste de letras y números, pero tu voz no se ha dejado de escuchar desde aquel día de tu infancia… aún te escucho Basilisa:
“Honorable Ayuntamiento, ilustrada junta patriótica, conciudadanos: permitirme señores que al escalar esta respetable tribuna lo hago con el corazón rebosante de entusiasmo. Después de la noche del 15 de septiembre lució la mañana del 16, ya la luz del sol no encontró a los mexicanos abatidos y adoloridos, humillados y avergüenzados, sino altivos y contentos con un corazón animado y caminaron al triunfo tras de dos benditas figuras, la del buen cura de la cabeza blanca y de la Virgen Morena de Guadalupe, la virgen india, que parecía saber de esa plegaria. ¡Viva la independencia de México! ¡Que viva!”
La Independencia quiere decir que ganaron el triunfo, salieron adelante. Se independizaron de la gente que los humillaba, que los ultrajaba, que les hacía cargar como burros, los arreaban sin ganar ni un quinto, sin comer, sin nada. Ellos querían ser libres y soberanos, por eso buscaron la independencia. Esa es la Independencia. Hidalgo no quería eso, quería independizar a su gente”.
Retrato de la autora: Autorretrato
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