En medio de una de las más grandes pandemias de la historia reciente de la humanidad, distintas mujeres de pueblos indígenas hablan desde sus prácticas y comunidades sobre el cuerpo, los territorios, el medio ambiente, la enfermedad, la salud y la curación en relación con los idiomas y las culturas originarias. La voz de las parteras y las médicas tradicionales, las reflexiones de quien hace interpretación en hospitales y trata de tender puentes interculturales, y el acercamiento de quien tiene habitando en su cuerpo una enfermedad de diagnóstico incierto nos muestran una realidad distinta de la  que plantea la tradición alópata de la medicina occidental.

            La medicina occidental ha creado oposiciones binarias entre cuerpo y mente, salud humana y salud de la tierra, medicina preventiva y medicina curativa, entre otras. Desde las reflexiones y las ideas de las mujeres que han escrito para este número es posible observar que esas divisiones no son en absoluto cortes discretos y radicales. Desde los textos que aquí se están compartiendo, la mente y el cuerpo son una unidad indisoluble que obliga a ver la salud de uno y de otro siempre en relación estrecha. Por otra parte, la salud de la humanidad y la salud de la naturaleza y el medio ambiente se revelan también profundamente imbricadas, si entendemos el cuerpo como un territorio y a éste como un cuerpo vivo, el bienestar de la tierra y el de la humanidad no pueden atenderse por separado, por lo tanto, la defensa del territorio es también la defensa de la vida humana. La medicina preventiva, en las reflexiones de las mujeres que aquí se presentan, se concentra en la alimentación; hay un llamado colectivo a que la producción de alimentos se aleje de la producción capitalista que nos está enfermando. Pero también la medicina curativa viene desde el campo; las plantas, los animales y los minerales que curan están siendo amenazados por la destrucción de los territorios en aras de una idea de progreso y modernidad que nos enferma.

            Los rituales tradicionales son también elementos necesarios para los procesos curativos. Mediante ellos se encuentran la sanación del cuerpo y la salud mental. El despojo de los territorios pone en riesgo los lugares sagrados donde se propicia la salud, de modo que la práctica de las medicinas tradicionales se encuentra ligada con la defensa de los territorios. Los escritos de estas mujeres indígenas nos permiten acercarnos a un crisol amplio y complejo de un tema relacionado con la humanidad, con la mente el cuerpo y la naturaleza. Pocos temas atraviesan tantos otros como la salud y por eso procurarla pasa por la lucha de otros modos de existir y de habitar el mundo. Desde cierta óptica, los sistemas de salud tradicionales de los pueblos indígenas se han desdeñado como pensamiento mágico o primitivo, pero son las mujeres de estos pueblos quienes ahora tienden puentes para hablar de estos temas, puentes interculturales necesarios si queremos hacer del acceso a los servicios de salud un derecho que no sólo se encuentre en los documentos legales.

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