Imagen: Esteban Nava Galindo

Por Sewá Morales Moreno

La democracia que conocemos se ha vuelto contra nosotros, no nos entiende ni trata de acercarse, suponemos eso sucede porque siempre está representada por personas que no pertenecen a nuestro pueblo ralámuli. Eso pone una barrera entre nosotros e impide el acceso realmente libre y con conciencia a ella. En las líneas que siguen la describiré un poco.

            Desde ayer mucha gente se ha entusiasmado, están muy contentos porque dicen que vendrá un candidato”. Dicen que se consiguieron siete vacas, las cuales se van a matar y a ofrecer a las personas. No sé si la alegría es por la persona que viene o por la comida, que a últimas fechas ha hecho tanta falta. Lusio, ralámuli que está ya adentro de la política” como dicen por acá, anduvo invitando a mucha gente. Primero fue a Wichabórare y a Agua Blanca, de allí pasó por Loma del Manzano, La Unión, Agua Zarca y a Bajío de las Palmas. Luego pasó por Laguna de Ceballo, Nachákachi, Ramuchéachi, Pesáchi, Aboréachi, Basigóchi y terminó en Wachóchi.

            Y aquí estamos, en este pueblo grande, estamos reunidos en un lugar al que le llamamos komeráchi[1] . Y ya empezaron a hablar los que traen camisas como los que usan los hombres ralámuli, también llevan la banda amarrada en la cabeza, pero ellos no son ralámuli, nos damos cuenta de eso fácilmente. Están haciendo la ceremonia del incienso muy solemnemente, pero no saben cómo, la gente discretamente se ríe de ellos. Se mira que Lusio tiene vergüenza.

            El que habla dice que nos va a ayudar, dice que ya no se vivirá tan pobre y que sus tatarabuelos también eran ralámuli, por lo tanto, nos dice que él es ralámuli, como nosotros. Pero nunca lo han visto bailando o participando con la gente de la comunidad.

            La democracia es así, en un contexto de la Sierra Tarahumara, representada por personas mestizas y generalmente hombres. Está llena de promesas y favores para nosotros. También se siente muy ajena, casi como algo inalcanzable o del cual solo pueden ser partícipes algunas y algunos. Es así que la democracia como tal no existe, solo hay grupos políticos diciendo que es importante que las personas elijan a los gobernantes por medio del voto.

            De igual manera piden los votos a cambio de entregar algunas despensas, cobijas o útiles escolares. Por supuesto, todo lo recibimos felizmente, ya que dentro de la cultura eso es muy significativo e inocentemente pensamos que dichos obsequios fueron obtenidos solo con el recurso personal del candidato o candidata, sin ningún apoyo extra. Así es como la libertad de elección queda restringida, nos hacen ciegos y se benefician de nuestras propias necesidades. Así, la democracia pretende ser nuestra madre y nuestro padre, indicándonos sin permitirnos náta “pensar”.

            Además, ahora resulta que la democracia apela a su lado “indígena” a ese lado que por tanto tiempo negó, rechazó e incluso quiso desaparecer. También alega que entiende más lo “indígena” que el no mestizo, que lo conoce a profundidad y que sabe cómo tratarlo ya que -dicen muchos de sus portavoces- en su registro sanguíneo hay algo de ralámuli. Pero sabemos que es como el ganóko[2] que se acerca pero no con las mejores intenciones. Al parecer, la democracia se ha diluido entre los partidos políticos y en instituciones que son quienes deciden si se hace presente o no, es decir, ellos condicionan la existencia de la democracia.

            Por otro lado, la democracia solo habla español. Se vuelve una cascada de palabras que caen muy ruidosas, que solo duran instantes pero que no entendemos y no es que sea nuestra obligación entender esas estrepitosas palabras, sino que es deber de la democracia respetar el derecho que tenemos a que nos hablen en nuestro idioma. Y aunque en ocasiones trata de hacerlo no se vuelve más que un calco de la kastiya[3] al ralámuli, por tanto aunque las palabras estén en ralámuli se quedan vacías y se desvanecen rápidamente en nuestros oídos, sin tener sentido alguno.

            Sin embargo, nos preguntamos ¿Existe una sola manera de vivir la democracia o hacer que exista? ¿Nada más es válida la democracia que nos traen? ¿En nuestra forma de organización comunitaria no existe? Tal vez tengamos nuestra propia democracia, si es que se le puede llamar así a lo siguiente:

En una ocasión, había que elegir a un nuevo silíame[4], la gente se reunió y se les presentó a una persona que podía ocupar el cargo, la persona no fue aceptada, pero se propuso que fuera alguien más. Las personas hablaban entre ellas, al final de un buen rato, se les preguntó de nuevo si estaban de acuerdo en que la segunda persona fuera silíame, todas las personas asintieron lentamente con sus cabezas o dijeron que sí”, en voz baja.

            El lector dirá si se trata o no de una manera de vivir la democracia, ya que, en el mejor de los casos, lo anterior sólo será etiquetado como “lo tradicional” o “lo indígena”. Así es como brevemente queda expuesta la manera en cómo se siente, se mira, se entiende y se vive la democracia, ¿cómo la viven en tu pueblo?


[1] Lugar que utiliza exclusivamente el pueblo ralámuli para resolver problemas tanto comunitarios como personales.

[2] Personaje de la mitología ralámuli que ayudaba a las personas pero que gustaba de comer niños a cambio de los favores realizados.

[3] Nombre bajo el cual se designa al idioma español mexicano desde el idioma ralámuli.

[4] Máxima autoridad ralámuli, su figura antecede la llegada de los primeros exploradores del norte de México.

Retrato de la autora: Refugio Moreno Batista

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Sewá Morales Moreno
Pueblo ralámuli

Sewá Morales Moreno

Es una mujer ralámuli de la localidad de Guachóchi, municipio del mismo nombre en el estado de Chihuahua. Hace aproximadamente tres años terminó de cursar la licenciatura en Lingüística Antropológica. Se ha desempeñado como traductora, como instructora del idioma ralámuli y en otras iniciativas relacionadas con el pueblo y la cultura ralámuli.