Construir la escuela desde la comunidad. Mi experiencia como docente en la Secundaria Comunitaria
Imagen: Archivo personal
Por Eva López Chávez
Este escrito pretende ser un pequeño testimonio de mi participación en la aplicación del modelo de Escuela Secundaria Comunitaria en Oaxaca. Con el surgimiento del levantamiento zapatista que buscaba en aquellos años la reivindicación de los pueblos originarios, las madres y padres de familia de los pueblos de la Sierra Norte de Oaxaca comenzaron la exigencia de un modelo educativo que permitiera a sus hijas e hijos terminar sus estudios de secundaria, conservando al mismo tiempo su lengua y cultura.
La falta de secundarias en la región, así como las distancias y la evidente pérdida de la lengua hacían que lo logrado desde la educación inicial se interrumpiera en la primaria. Así, entre los años 2003 y 2004, la Dirección de Educación Indígena y la Jefatura Número 21 del Plan piloto, también conocida como la Coalición de Maestros y Promotores Indígenas de Oaxaca (CMPIO), nos dimos a la tarea de diseñar un proyecto de educación secundaria en donde se consideraran los elementos culturales de las comunidades y que, principalmente, fortaleciera y promoviera la lengua originaria.
Fue el 15 de mayo del año 2004 cuando el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca autorizó la creación de las primeras cinco secundarias comunitarias. Durante el ciclo escolar 2004-2005 dimos inicio con la primera generación de alumnas y alumnos en las comunidades de: San Pedro Yaneri, Ixtlán; San Andrés Solaga, Villa Alta; Santa María Tiltepec, Totontepec, Mixe; Arroyo Blanco, Santiago Petlapa, Choapan, todas éstas localizadas en la Sierra Norte de Oaxaca y la última en la comunidad de Tlalixtac Viejo, en la región de la Cañada.
En estas comunidades se habla el zapoteco, ayöök y cuicateco, a mí me tocó trabajar en la secundaria Comunitaria de San Pedro Yaneri, Ixtlán, ubicada a cinco horas de la ciudad capital. Ahí se habla el zapoteco de la variante Xidza, que es la lengua que yo hablo, para mí representó un gran reto trabajar en la implementación de este nuevo modelo, ya que era totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada; ahí no se trataba de dar clases, se trataba de proporcionar a las y los alumnos herramientas para que ellos mismos construyeran los conocimientos, lo cual, sin duda, requería de mucha preparación, trabajo y esfuerzo.
Pero ¿en qué consistía este nuevo modelo? Durante los dos primeros años de secundaria, el alumnado debía trabajar con proyectos de aprendizaje que van enfocados en los conocimientos comunitarios entrelazándose a la par con los conocimientos universales. Para el tercer año, se trabaja con proyectos de investigación en donde se obtienen los conocimientos metodológicos necesarios para poder llevar a la práctica su investigación. Es importante señalar que, en cada uno de estos momentos se realizan asambleas de las y los estudiantes con madres y padres de familia, autoridades educativas, autoridades municipales, comunales y ancianos de la comunidad.
En el seminario de apertura, a través de una asamblea, se diseña el proyecto de aprendizaje, bajo criterios concretos, con éstos como guías, se elige el proyecto y se construye el esquema de investigación con las y los estudiantes, quienes priorizan el orden lógico de los temas a investigar, posteriormente, se inicia con los elementos de investigación. Mediante consenso, el alumnado acuerda el momento de hacer un corte y realizar algo que llamamos “seminario de proceso”, el cual consiste en devolver de forma bilingüe a la comunidad los conocimientos que proporcionaron las y los abuelos a los estudiantes.
En los dos últimos seminarios, las personas de la comunidad pueden preguntar, cuestionar y sugerir a las y los jóvenes exponentes. Finalmente, se realiza la evaluación que muy importante, en esta etapa se emplea la autoevaluación, la coevaluación y la heteroevaluación, mediante las cuales, las y los estudiantes elaboran distintos materiales y se construyen indicadores de evaluación.
El grupo a mi cargo en asamblea del Seminario de Apertura tomó el acuerdo de trabajar “la contaminación del agua”, desarrollamos los bloques temáticos con sus inquietudes, deseos e intereses, partimos de lo particular y fuimos a lo general, iniciamos con recorridos de observación y registro de veneros, arroyos, ríos y pantanos; posteriormente, hicimos una reflexión completa de las condiciones de los sitios y el uso del agua.
En la fase de Seminario de Proceso se comunicó a las y los asistentes a las asambleas comunitarias la situación de los manantiales, derivado de esto decidieron realizar un tequio para su limpieza. Cabe mencionar que esta comunidad cuenta con 21 manantiales dentro y a las orillas del pueblo, de ahí se entuba el agua para que llegue a los hogares, son siete veneros de uso exclusivo para consumo humano, diez para baño, uno para bebedero de animales y tres que se encuentran en proceso de sequía. Adicionalmente, en ruta al Seminario de conclusión se efectuaron operaciones aritméticas y de cálculo con la tubería, en química, se realizó una toma de muestras para análisis de laboratorio, se elaboraron medidas sanitarias, se abordó la escritura del zapoteco y del español en la revisión de los trabajos impresos en los reportes, entre otras actividades para el tronco común.
Al inicio, mencioné que este modelo fue un reto para mí porque había que estar preparada para aclarar dudas y apoyar a quienes tenían alguna dificultad, como docente siempre había que estar un paso adelante, preparada para poder ser un apoyo y guía para el alumnado.
Estoy convencida que este modelo educativo comunitario realmente forma a las y los estudiantes, rompe con la competencia, ya que les motiva a buscar y valorar los conocimientos comunitarios, fomenta el compañerismo, el trabajo en equipo, la solidaridad y la preservación las lenguas originarias. Considero que es fundamental seguir impulsándolo y recibir más apoyo, tanto bibliográfico como tecnológico, que garantice el acceso a la información en favor de las y los adolescentes indígenas y que permita seguir construyendo espacios para fortalecer el uso de nuestras lenguas.
Retrato de la autora: Zaira Hipólito López
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