Si hay un instrumento ideológico utilizado en contra de los pueblos indígenas del mundo por parte de los estados-nación han sido los proyectos de educación formal a los cuales han sido sometidas las naciones originarias. Estos proyectos han sido envueltos en los discursos de la cultura, del progreso y de la civilización para ocultar sus amargas y verdaderas consecuencias. En muchos casos, estos proyectos han representado “caballos de Troya” perfectos para sembrar dentro de las comunidades la semilla explosiva e hiriente de la aculturación. Una vez que los sistemas de opresión han condenado a nuestros pueblos a la pobreza y a la miseria, la educación escolarizada y formal se nos presenta como el alivio de esos mismos males, ¿quién se podría oponer a tan noble labor?
Sin embargo, despojados de estos discursos, los proyectos educativos, particularmente en México, han servido de instrumento para desaparecer las lenguas y culturas de los pueblos originarios. La castellanización forzada a la que fue condenada la población indígena fue el medio para integrar y desaparecer nuestras lenguas. Sin la escuela como proyecto de aculturación resulta difícil explicar la creación de la nación mexicana como una entidad que se desea homogénea y mestiza.
Con esta problemática estructural de fondo, las mujeres indígenas que escriben y crean sobre la semilla de la educación nos brindan un caleidoscopio de experiencias y reflexiones que plantean cuestionamientos profundos sobre lo que el sistema educativo ha significado históricamente para nuestros pueblos y, en particular, para las mujeres indígenas; además de hacer esta crítica plantean también horizontes y experiencias esperanzadoras para convertir los proyectos educativos en herramientas de liberación. Cada una de ellas habla del sistema educativo, del papel de las lenguas indígenas dentro de este sistema, de modelos alternativos, de propuestas de formación crítica para jóvenes migrantes, de educación musical y también de educación sexual. Desde sus creaciones y palabras, la educación se resignifica como un campo de lucha y de esperanza.
Pueblo purépecha
Mi familia es de la sierra purépecha, y fue gracias al apoyo de familiares y de su comunidad que mis padres lograron salir adelante.
Pueblo chatino
Existen varios estudios donde apuntan que los y las estudiantes indígenas en México no tienen acceso a una educación de calidad, y que como resultado es reducido el número que asiste a la universidad y, en muchos casos, la opción es migrar a los Estados Unidos para trabajar.
Pueblo nahua
La educación para la población indígena siempre ha sido un tema para después, y cómo no va a serlo si lo prioritario es el despojo.
Pueblo zapoteco
Hacia el final de la década de los 90, un maestro yalalteco regresó al pueblo para enseñarnos a leer y escribir en zapoteco, nos brindó la oportunidad de desarrollar la lecto-escritura en nuestra lengua a la par del español.
Pueblo ayuujk – mixe
Para comenzar quiero agradecer a las mujeres músicos que me antecedieron, pues actualmente es más común ver a las mujeres tocar algún instrumento musical, dirigiendo bandas o componiendo música en las comunidades mixes de la sierra.
Pueblo ñuu savi – mixteco
Soy una mujer mixteca (ñuu savi) descendiente de la región de San Juan Mixtepec, Oaxaca. Nací y crecí en San Quintín, Baja California. Hoy resido en Santa María California, Estados Unidos. Para mí, pensar en la palabra “educación” es algo que parecía imposible en mi vida.
Pueblo zapoteco
Este escrito pretende ser un pequeño testimonio de mi participación en la aplicación del modelo de Escuela Secundaria Comunitaria en Oaxaca.
Pueblo yoreme – mayo
El proceso actual de transformación de la educación a mundo virtual es muy notorio en las interacciones humanas y aún más en las relaciones que por naturaleza habrían de hacer posible el cambio que deviene en el proceso del aprendizaje, con la identificación mutua de nuestra propia naturaleza en el otro: llámese relación maestro-alumno, alumno-alumno o alumno-maestro.
Me he permitido soñar,
cuando creo que, algún día,
ninguna mujer tendría
que frenar su caminar.
Pueblo tohono o’odham
Una persona no es su cuerpo,
una persona no es su color de piel,
una persona sí es su pensamiento.