Imagen: Maithe Cortez Aviles

Por Maithe Cortez Aviles

Mi lugar de origen se encuentra ubicado en San Francisco Oxtotilpan a 36 kilómetros de la ciudad de Toluca. Mi comunidad se encuentra rodeada de fauna y flora como bosques de pino y oyamel. Según el INEGI, para el año 2020, contaba con 1506 habitantes de los cuales 679 son mujeres y 614 hombres. El 88% de la población es indígena. En náhuatl, Oxtotilpan significa “los señores de la red” o “los que hacen redes” por los diferentes usos que dieron al ixtle proveniente del maguey con el cual elaboraban productos como ayates, costales, ondas e insumos para la extracción de pulque (práctica que hoy en día mi papá aún conserva) entre muchos otros. El nombre deriva de matlat: red; zintli: reverencial y catl: gentilicio. La lengua matlatzinca forma parte de la familia otomangue y está en riesgo de morir junto con nuestros abuelos hombres y mujeres, sus defensores incansables por naturaleza.

¡Hablar de libertad! ¿Cómo? No recuerdo o no hay manera de asociar este concepto a otra palabra específica en idioma matlatzinca. Comprendo la noción de “libertad” como la capacidad esencial de elegir, eso implica decidir qué decir, ser, hacer, creer o pensar sin tener que pedir permiso o sentir que alguien se ofende, te calla o te impide actuar; libertad es no tener que cambiar tu identidad por temor a represalias o a factores externos. Tal vez cuando te dicen koti pi na (cállate) es un impedimento a tu libertad, primeramente, por que debes hablar en castellano, o porque un maestro se siente ofendido ya que cree que lo ofendes pues él no sabe ni conoce tu lengua. Recuerdo en una de tantas pláticas que mi abuelita me contó con nostalgia (ella solo fue a la escuela el primer año de primaria): mi bisabuelo le decía que por ser mujer tendría un marido y debería sustentar su hogar, por lo tanto el estudio era algo que ella no iba a necesitar. En esta situación no se puede ser libre.

Por otra parte, ¿qué pasa con la libertad de la flora y la fauna si de pronto interfieres de manera violenta en su entorno con tal de satisfacer tu bienestar económico destruyendo lo único elemental que tienen los que habitan en el bosque?. La tala de árboles es destruir el hábitat o la casa de los animales y las plantas, muchos de ellos en peligro de extinción. Es necesario tomar conciencia y modificar estas conductas humanas.

Cuando era niña me sentía libre de correr en el bosque y jugar junto a mis hermanos, primos, amigos y vecinos; concebía esa libertad que recorre tu cuerpo en un día soleado, nublado o con lluvia, bajo la sombra de los árboles y arbustos, juntando hongos o tal vez ramas de té de monte (exquisito por cierto, viene a mí mente su delicioso sabor); teníamos que mirar ciertos animales del bosque sin hacer ruido para que los demás también lo vieran, eso era algo genial. Era libre de estar en la orilla del río y sabía que podía mojarme sin tener que pedir permiso. Era libre de correr detrás de los borregos, las vacas y los caballos. Era yo libre sin saber que eso era la libertad. Me alegra recordar esos momentos que agradezco tanto. Tras los años, percibo los cambios que implica tener que estar detrás de un teléfono, de una tableta o una computadora; al parecer, para los niños de hoy eso es ser libre. A veces no comparto esa idea de libertad. En fin, es parte de la modernidad y de la globalización en la que estamos sumergidos.

¡Mi querido pueblo matlatzinca! nuestra lengua se llama “Bot’una”, somos gente con sentimientos, amable, respetuosa, honesta, solidaria, trabajadora, y acomedida. Una característica muy evidente que nos da identidad es la reciprocidad, un elemento muy marcado por la herencia que nos dejaron nuestros abuelos, la reciprocidad nos identifica. La ayuda mutua es una manera de compartir y cooperar con la expectativa de que uno podrá ser apoyado en algún futuro también. Mi comunidad es tierra de nobles campesinos y es la tierra donde viví la libertad.

Retrato de la autora: Archivo personal

1 comentarios

  1. José miguel Ángel Garmendia Ramírez

    ¡Qué tristeza! Qué coraje, que desesperación, como ira reprimida, brotan gritos y lágrimas de ver que los dueños verdaderos de estas tierras que eran libres, cada día son menos. Se va extendiendo el dominio de los descendientes de los peninsulares y adelgazando las estancias de los naturales de las Patria y de la Matria maravillosas y supremas de paraísos autosuficientes. Maithe que todavía pasen muchos años y tu comunidad sea respetada y progresista.

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Maithe Cortez Aviles
Pueblo matlazinca

Maithe Cortez Aviles

Mujer matlazinca originaria de San Francisco Oxtotilpan, Temascaltepec, Estado de México. Actualmente cursa el quinto semestre de la Licenciatura de Lengua y Cultura en la Universidad Intercultural del Estado de México y ha enfocado su trabajo a la lengua y cultura de su pueblo. Forma parte de la única comunidad actualmente reconocida como matlatzinca.