Foto: Casa. (Julio César Morales Ek)

Por Wilma Esquivel Pat

Despierta el día poco a poco,

mi abuela una y otra vez mueve con la jícara el café hirviendo

mi abuelo ya ha puesto las herramientas en el triciclo

el calor del fogón nos abraza, cada palabra se entibia

compartimos el pan y la dicha

no hay relojes, solo el rocío que se cuelga del chal de mi abuela que va por un leño,

solo el abuelo que lee las nubes y sabe que ya es tiempo, es tiempo de ir a la siembra.

.

Las mañanas se van disolviendo con los años entre los olores, los sonidos y el rocío

mi abuelo y mi abuela se quedaron en las mañanas

ella y él son el café, las nubes, el fogón

ella y él son mi rostro cuando me miro en el espejo

son cada huano, bajareque, el vaivén de sus hamacas

ellos son su casa, son nosotras.


Mece, mece los sueños entre el calor mientras el sol se despide

el monte siempre habla de la vida mientras el sueño llega

un pájaro canta a lo lejos, nos avisa que es mejor no salir;

en la oscuridad se escuchan las sogas, las eses de la hamaca

y también se escuchan nuestras voces que por ratos son risas,

dormimos juntas en la oscuridad profundísima, no sentimos seguras

juntas los temores no nos encuentran,

somos una maraña de hamacas con pensamientos entre los hilos

y siempre hay un espacio más para la visita, para compartir los días.

.

De vez en cuando alguna culebra visita el techo de huano,

ratones, tecolotitos se han convertido en un canto para la noche,

respiros profundos y suspiros llegan cuando los ojos se cierran

mañana se abrirán nuestros capullos para dejarnos salir a correr en las brechitas,

en las calles bordeadas de árboles, de hierbas para alimentarnos el alma

regresaremos a comer las tortillas, a beber el agua cristalina del pozo

regaremos las plantas del solar

y dormiremos apacibles cuando la luna llegue nuevamente.


Nueve hojas, Nueve pétalos

en el solar de mi abuela está la salud de mi pueblo

en sus rezos la esperanza,

deja sus instantes entre la ruda, la albahaca, el orégano y las rosas

alguien espera sentado en el banquillo de la entrada de la casa: nueve plegarias,

los susurros viven en los rincones de la casa

los espíritus de mis bisabuelos y bisabuelas la acompañan

Nueve veces mencionaré tu nombre para que vengas a ayudarme,

para que me guíes

nueve velas encenderé para que encuentres el camino

nueve pétalos pondré en mi amuleto para que me protejas

y volveré a sentarme en el solar para sentirte cerca

nueve veces, nueve veces.


Las noches enmudecen

ya no hay luciérnagas

¿Dónde han quedado los cantos de grillos y ranas?

las estrellas se alejan cada vez más

ya las mariposas, hormigas, aves se han ido

ya no nos anuncian lo que vendrá

el agua ya no puedo beber del pozo

ya no se le ofrenda, ni se le ha llevado flores de gratitud a la agüita

ya no sabemos trepar árboles,

y nuestro corazón ya no sabe cómo latir

ni leemos las nubes al amanecer,

el miedo nos ha torcido las alas para no correr libres por las brechas

nuestra cura no sabemos dónde encontrarla,

el solar ya no está.

.

¿Quiénes somos?

los aromas del atole hemos olvidado

y las ceremonias antes de compartir la comida

ya no cuidamos cada semilla de maíz que desgranamos

nos hemos olvidado de la tierra,

en las ciudades nos hemos olvidado de vivir

de la gratitud a nuestra gran madre

.

Regreso, regreso de nuevo al pueblo, regreso a casa

dentro de nosotras yace la luz para caminar

para abrazar a nuestro pueblo

para amar la vida

estoy aquí volviendo a mirar,

estoy aquí, he vuelto a casa

he vuelto a vivir.


Pero entonces cargamos los dolores, las incertidumbres

miramos los árboles caer y vamos nosotras muriendo

eso es “desarrollo”

pero para nosotras eso nos huele a tristeza, a desgracia

Si la medicina no encontramos cuando el monte desaparece,

si nuestra lengua de aves enmudece

y la tierra nos hacen olvidar,

y sus brazos que nos ha sostenido alejamos

vemos a nuestras hijas e hijos marcharse de casa hacia los grandes hoteles

les vemos volverse invisibles, en un territorio donde ahora somos ajenas

.

y somos nosotras las que nos quedamos en el pueblo en casa,

somos nosotras las que no olvidamos

y somos las que luchamos,

las que tienen memoria, las que se acercan unas a otras

las que caminan juntas, las que resisten

.

aquí guardamos la vida,

aquí cuidamos el presente y pedimos por el futuro

en el pecho se han depositado dolores,

nuestro cuerpo llanto es de los pesares

cuánta bondad nos da nuestra madre todo los días

que nos sana con las flores, con el viento, las hierbas, el fuego

las ancestras nos sostienen, nos recuerdan continuar

ellas nos soñaron libres y eso procuramos ser,

esa es nuestra herencia, somos el sueño de ellas

somos mujeres mayas,

somos mujeres de tierra, somos mujeres que luchan.

Retrato de la autora: Autorretrato

2 comentarios

  1. Francisco Amador

    Vilma Esquivel Pat, no deje de cantar la vida, de enseñarla a los que vienen: por usted la sentimos de nuevo, la conocemos. Gracias poeta.

  2. Que bello, pude distrutarlo en muchas dimensiones, primero la belleza transmitida de lo cotidiano, de haber crecido y disfrutado ese espacio sin reloj que presionara, más que las nubes como guía.
    Después el dolor de la partida y de dejarse de reconocer en el entorno, para ser recibido por la idea de explotación para otros, no parte de nosotros.
    Que bello y desolador, un recorrido que si impulsa a seguir luchando. Gracias!

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Wilma Esquivel Pat
Pueblo maya

Wilma Esquivel Pat

Es una mujer maya masehual y feminista comunitaria territorial de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo. Forma parte del Congreso Nacional Indígena. Es bióloga, poeta y coordinadora del taller juvenil Viajerxs de la tinta; es vicepresidenta del Centro Comunitario U Kúuchil K Ch'i'ibalo'on, y forma parte de la red Futuros indígenas. Ha dado talleres sobre derechos sexuales y reproductivos, identidad, comunidad y territorio.