Por Mikeas Sánchez

En memoria de Bertha Cáceres, Mariano Abarca, Samir Flores y

todas y todos los defensores del territorio sembrados y que hoy son semilla.

En tiempos de violencias indescriptibles, de guerras, narcotráfico y feminicidios ¿es posible hablar de la paz? En una homilía celebrada en diciembre de 2021 por el Párroco Marcelo Pérez, amigo y mentor espiritual de varios pueblos que luchamos en defensa de nuestros territorios, lo escuché pronunciar esta frase: “La paz es necesaria para conseguir la justicia porque las leyes humanas no siempre son justas, en cambio la paz siempre es justa”.

            Sin embargo, hablar de la paz no puede reducirse a un simple discurso o a una mera disposición de estar en contra de la violencia y la guerra. La paz debe ser una forma de vida, tal como predica ejemplarmente el padre Marcelo, quien acompaña a los pueblos de Chiapas que combaten diversos proyectos extractivistas como la minería, la extracción de hidrocarburos y las hidroeléctricas. La paz debiera ser un estilo de vida, sí, empero ¿es posible pensar en la paz, viviendo en contextos de amenazas y asesinatos a defensores del territorio? Incluso la vida del citado sacerdote está en constante peligro, su cabeza tiene un alto precio, además de las calumnias y desprestigios a su credibilidad moral.

            La paz es una alternativa frente al bombardeo mediático de una cultura de la violencia. Es habitual ver en redes sociales, la televisión o en otras plataformas digitales imágenes de disturbios, enfrentamientos y asesinatos. Se muestra la sangre al mejor estilo del cine gore, se usa como alimento para el morbo y la curiosidad. Esta “naturalidad” en las pantallas sobre temas relacionados con el crimen y  la violencia solo es equiparable con la manera en la que se presentan las novedades en la farándula; primero viene la sangre, después el espectáculo o viceversa.

            Imágenes espeluznantes fomentan en las video-audiencias una cultura de aceptación del horror, ya nada sorprende tratándose de vaticinios de muerte, amenaza de guerras nucleares o devastación climática, aunque “científicos de a de veras” lloren frente a las cámaras asegurando que, si no se toman acciones urgentes, el planeta colapsará. Con la pena, pero el cine de Hollywood llegó antes, rompió récords en taquillas y arrasó con la imaginación de los auditorios.

            Para convencer al homo videns, como nombró Geovanni Sartori a las sociedades teledirigidas, es imprescindible regresar al origen, a la esencia de lo humano y es aquí donde comparto algunas ideas filosóficas del pueblo zoque, que bien pueden abonar a los múltiples pensamientos pacifistas de otras culturas del mundo, antes que seguir en la linealidad del pensamiento único.

Pasar del homo videns al homo somnis

La abominable guerra en Ucrania es tema de todos los días, y no es para menos, la amenaza de una inminente guerra nuclear nos aterroriza a todos, pero las guerras siempre han existido, guerras de baja intensidad y/o psicológicas, pero igualmente desastrosas e inhumanas. Los pueblos de Abya Yala también enfrentamos nuestras propias guerras; desplazamientos forzados, asesinatos y desaparecidos. Ninguna vida vale más que otra, pero en el caso de pueblos originarios entran en juego otros factores como la discriminación y el racismo. Por un lado, se desprecia la declaración de guerra entre países, pero por otro, se naturaliza la violencia cotidiana, la guerra de todos los días: mujeres desaparecidas, periodistas amenazados, defensoras y defensores de la tierra asesinados.

Se desprecia la guerra, pero poco se promueve la paz. Solamente en Chiapas se habla de más de 14,000 afectados por desplazamiento forzado; tanto en Aldama como en el ejido Esquipulas Guayabal, en Chapultenango, centenares de familias viven en condición de guerra, sin que hasta el momento se vea la intervención del estado mexicano. Pasar del homo videns, hombres y mujeres espectadores de la tragedia fanáticos del espectáculo, al homo somnis, hombres y mujeres que sueñan, que se estremecen ante el dolor de los otros porque son capaces de reconocer la especie a la que pertenecen, debe ser el objetivo de las futuras generaciones. El planeta tierra se encuentra en un punto crítico, la crisis climática es una realidad irrefutable, aunque el tema de una bofetada en la entrega de los Premios Oscar tenga más impacto en los medios que el reciente plan presentado por científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC por sus siglas en inglés) para evitar los peores impactos del aumento en la temperatura en el planeta, pero ¿quién se interesa por estos temas?

            En el sueño nadie es ajeno, estamos hechos de la misma materia: carne, huesos, alegrías, dolores y memorias. Volver al homo somnis es volver a la imaginación, al espíritu de servicio, es volver al amor. No obstante, imaginación, servicio y amor son conceptos banalizados desde el cine y la música, tanto como en la política y la religión. Volver a la imaginación es volver al sueño colectivo, dejar que la individualidad se retuerza ante el fuego de la memoria. Imaginar es conectar con la esencia del ser humano, es volver al origen. El homo videns y la llamada generación millennial están desconectados entre sí, no separadas de facto, sino dirigidas a esa desconexión. La imaginación es poder, arrebatarle al ser humano ese potencial es convertirlo en ente manipulable, incapacitado para intuir el futuro.

            La importancia del sueño reside en su misterio, en su cualidad única de ser intangible e incontrolable ¿y no son acaso el enigma y la confidencialidad recursos invaluables en estos tiempos? Desde la concepción de la cultura zoque, los conflictos humanos comienzan y se resuelven durante el sueño.  Los sabios abuelos han resguardado ese conocimiento por milenios y lo siguen perpetuando, alentando a las niñas y niños a narrar sus experiencias oníricas desde muy temprano, una especie de terapia grupal donde cada uno platica sus miedos y anhelos. Y no solamente los infantes cuentan sus sueños, también lo hacen los adultos, como una manera de relacionarse con el corazón de los otros.

            La paz es el camino, pero para llegar a ella, hay que soñar en colectivo, imaginarse en esas colectividades, desprenderse del ego y soñar en una sola sociedad humana, muy lejos del fanatismo religioso, del consumo desenfrenado y la política vulgar. Por supuesto no es tarea fácil, sobre todo aprender a liberarse del ego, hay una necesidad humana de reconocimiento, de admiración y de demostración de valía. Desengancharse del ego va de la mano con el espíritu de servicio, entre más se realizan tareas comunitarias, más nos reconectamos con nuestra esencia primigenia. Estamos formados por 60 billones de células, corazón y pensamientos, alegrías y dolores, plenitud y decadencia. La paz es el camino porque estamos de paso por Nasakobajk.

Sunopi’apä unes’tzyi’okoy

-Ji’ nhwyiä tä’ jakpa’ kora’ajä-

numpa äj’ atzpä’jara,

Wäpäre’ nhtä’ joka’ nasakopajkijs nhtyosykuy

makapä’ ponyi jojpajk’sokijse

yajk’ kejpapäis ponyi’ponyi nhkyskuy.

Nitumäpä toya’ ji’ syi’unh’nhkäri, nasakopajk toyapäjkpa’.

Nitumäpä jäki’uy ji’ syi’unh’ nhki’eke,

toyapäjkpa’ te’ tzama’yomo’komi.

Uj’ metzu jujtzi’e yajk pakä’ mij’ nhkiskuy, jinhte’ jyiämpäkipä’tiyä’

nhkiäspa’senh’omo tajpi’is te’ jontzyi

pujtpa’ wina’ te’ tujkuyis’mpyiämi.

-Uj’ nhkänatzäyu’ ne’ nhkyisyi’ka’upä mij’ nhtzokoy-,

numpa äj’ tzumayi.

Joka’, joka’ mäja’ajpasenhomo te’ pistinh’ijs wyatzi

wäkä nhkiänukä te’ käsipä’musoki’uy,

joka’ wyjtpa’senh’omo te’ jajtzi’uku

wäkä mujsä nhkyänukä te’ wit’kotzäjk.

Joka’, jyokpajse une’is tzyi’okoyis wäkä’ mpyiämipäkä.

Como el amoroso corazón de un niño

-No siempre debe florecer la venganza-,

dice mi abuelo.

Mejor aguardar el tiempo de la tierra

que con la lentitud del caracol de río

va revelando sus malestares interiores.

Ningún dolor sucede sin que Nasakopajk se lamente.

Ninguna lágrima cae,

sin que la Señora del monte sufra un poco.

No persigas la venganza, justicia de alas cortas,

más tarda en lanzarse el águila sobre la perdiz,

que el tiempo del cazador en disparar una bala.

-No persigas la justicia de tu corazón rencoroso-,

dice mi abuela.

Aguarda, aguarda el ensanchamiento de las raíces de la ceiba

para alcanzar la sabiduría,

aguarda los millones de pasos que necesita la hormiga

hasta llegar a la cúspide del cerro.

Aguarda, como aguarda el corazón de un niño hasta hacerse fuerte.

Retrato de la autora: Verónica del Pino

Floriberto Díaz, educación y paz

Por Kupijy Vargas

Pueblo mixe

En el año 2007, el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó una recopilación de los escritos, reflexiones y pensamientos del antropólogo mixe Floriberto Díaz.

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Imagen: Kupijy Vargas

Por Kupijy Vargas

En el año 2007, el Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC) de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó una recopilación de los escritos, reflexiones y pensamientos del antropólogo mixe Floriberto Díaz. En esta recopilación Floriberto construye una teoría de la comunalidad, pero lo valioso de esta propuesta teórica es que se construye desde la vida y el sentimiento del ser ayuujk, desde las montañas, la neblina, la música, el viento, las asambleas comunitarias, el cabildo y la historia de Tlahuitoltepec que también es mi historia y la de mi familia. Lo que plasmó Floriberto en palabras también lo plasmó en acciones, una praxis política, cultural y lingüística que sigue vigente en Tlahui como pueblo y en la Sierra Mixe como región. Las reflexiones de este intelectual se centran en varios temas, sobre todo en el derecho; vale la pena hacer un análisis sobre sus palabras, justificar y argumentar desde la teoría que se construye con la vida y desde una realidad que la lucha de clases que propone Marx y Engels no puede explicar.

Como dije anteriormente, las reflexiones de Floriberto merecen espacios para que sus ideas y sus acciones formen a las futuras generaciones, pues él, como intelectual, delimita de manera casi artística una categoría, delinea los bordes conceptuales, casi dibujándolos; es tan claro su concepto de comunidad, de un sistema normativo interno y de los elementos que lo componen que puede ser un dibujo teórico de lo que quiere explicar. Teniendo claro qué elementos integran a un sistema normativo interno, lo articula con los elementos que componen a un sistema educativo y escolar, pero también reconoce los conocimientos occidentales de estos dos sistemas y cómo han influido dentro del sistema de gobierno de una comunidad.

Esta reflexión nos da claridad en la manera en la que un sistema de gobierno determina a un sistema educativo, recordemos que todos los pueblos tienen sistemas educativos propios, pues la educación es un proceso de formación en donde los conocimientos de la lengua, la cultura y la historia se transmiten a través de la voz, de generación en generación, formando a los niños y jóvenes; en este proceso de educación tenemos que dejar en claro que los sistemas normativos internos y sus elementos que lo conforman como la toma de decisiones, el consenso, el diálogo y los cargos comunitarios determinan la formación de las próximas generaciones ya que los procesos políticos y de gobierno están íntimamente ligados a los procesos de educación, pues son públicos y desde ese acto se construyen a las sociedades comunitarias.

Lo que mantiene vivo a un pueblo es su sistema de gobierno, pues es el corazón que late tomando decisiones autónomas para el futuro de la comunidad. La toma de decisiones se logra a partir del diálogo, de escuchar al otro, de largas intervenciones en asambleas que pueden durar horas o incluso días, todo esto para llegar a un acuerdo entre quienes conforman al pueblo y a la comunidad, entre quienes tienen voz y voto para una propuesta de solución al problema de quienes lo viven. Este proceso en esencia es un proceso educativo, de formación, en donde los elementos que lo conforman son el respeto, la escucha, el diálogo, el consenso y la aceptación del otro pero si lo miramos desde una visión académica de la pedagogía crítica es educación para la paz.

En sus reflexiones, Floriberto delimitó la manera en la que influye un sistema de gobierno autónomo en un proceso de educación y sentó las bases para seguir reflexionando sobre estos procesos. Desde el consenso, el diálogo, el respeto a los mayores, la escucha atenta de los problemas de los otros y las voces se construyen acuerdos, los cuales implican también un camino rocoso que recorrer con dificultades y retos que asumir, pero el lograr un acuerdo dentro de un pueblo, es una consumación de paz y ese acto es un acto de formación, no solo para los involucrados sino para los niños y jóvenes que lo presencian o lo escuchan a través de la historia de los logros de su pueblo.

Es importante reconocer que una asamblea es un espacio de formación y es un espacio educativo, en donde se discuten los anhelos y problemas de un pueblo, estos espacios que se construyen con la voz y voto de mujeres y hombres son la aspiración del futuro de autonomía y capacidad de un pueblo para decidir sobre sus sueños a través del diálogo y la escucha, esto es también educación para la paz.

Finalmente todo lo que narramos y reflexionamos no se queda solo en una propuesta teórica, sino que se transforma en actos que son siguen vigentes en la forma de vida y gobierno de los pueblos. Un pueblo que escucha y respeta la voz de sus habitantes, es un pueblo que vive en la paz floreciente.

Retrato de la autora: Autorretrato

Por Rocío Ameyali Espíndola Jiménez / Niña Diablo

Mi raíz como mixteca está en Cosoltepec: tierra montañosa con lluvias escasas. Mi abuela nonagenaria que lucha contra los olvidos cuenta que nuestrxs ancestrxs llegaron ahí huyendo del despojo, con la dignidad como motor y equipaje; desde la valentía para accionar construyeron su propia profecía: ñuu kanu, ñuu kukanu, ñuu kuitia (pueblo que nace, pueblo que crece, pueblo que se dispersa)…Y sí, Cosoltepec floreció como un cazahuate con apuestas como sus bandas de viento desde 1870 o su Compañía de Teatro Comunitario en los años 30 del siglo pasado que propiciaron tiempos de paz y armonía. Considero que estas iniciativas fueron acciones por la paz con dignidad, mis ancestrxs tuvieron la legítima aspiración de ser felices con la digna rabia requerida para hacerlo en un entorno natural adverso con un escenario nacional convulso. Actualmente, la matria se encuentra dividida por los partidos políticos aun cuando se rige por el sistema normativo indígena. Sani (yo sueño) que le crecen ramas a mi ombligo y sueño que los rezos de mi abuela hacen germinar la tierra yerma. Desde la memoria y la responsabilidad ética se han realizado en los últimos años: murales colaborativos, guelaguetzas comunitarias, así como múltiples compartencias. Como ilustradora, he tallereado en Cosoltepec con sus niñxs y jóvenes quienes harán de la paz una reivindicación de la leyenda última del pueblo grande que dice que nuestra cultura volverá a florecer. Tal y como lo hizo nuestra ancestralidad: lucharemos por la vida para construir la paz.

Retrato de la autora: Archivo personal

Si existe algún tema del cual haya mucho que decir y analizar desde los pueblos indígenas es precisamente el tema de justicia. La misma existencia de la categoría indígena bajo la cual han sido clasificados pueblos tan diversos se debe a las injusticias y asimetrías creadas por el colonialismo. La falta de justicia sostiene la opresión histórica que han sufrido los pueblos indígenas durante siglos; por lo mismo, no es de extrañarse que sea un tema tan relevante y fundamental para las naciones originarias, un tema inagotable que, en muchas ocasiones, se ha convertido en una fuente de denuncias interminables por tantas injusticias sufridas.

Por otro lado, la búsqueda de la justicia para muchos personas de pueblos indígenas se encuentra entre dos sistemas de tradiciones distintas, por un lado el sistema judicial del Estado Mexicano que abreva de la tradición positivista occidental y, por el otro, una diversidad de sistemas de impartición de justicia que aún practican muchas de las comunidades indígenas. Dado que ha sido muy reciente que se ha comenzado a hablar de pluralismo jurídico, el sistema de justicia estatal oprime otras tradiciones de hacer justicia a las que considera inválidas y primitivas.

Estas tensiones entre dos sistemas de justicia que se encuentran en asimetría estructural se hayan reflejadas en los escritos y en las ideas que diferentes mujeres indígenas han plasmado en los textos del presente número del proyecto Tzam. Muchas de ellas hablan de las diferencias entre los dos sistemas de justicia y también de los problemas que cada sistema plantea en el momento en el que las mujeres deciden denunciar las violencias que sufren.

Por un lado, la búsqueda de justicia para las mujeres indígenas se realiza en un contexto influido por el racismo derivado del colonialismo y, por otro lado, influido por el machismo patriarcal. Por esta razón, la búsqueda de justicia de las mujeres indígenas se convierte necesariamente en lucha anticolonialista y antipatriarcal.

Otro elemento importante que se puede hallar en estos textos es la idea, latente o abierta, de que crear justicia para los pueblos indígenas implica necesariamente crearla para las mujeres de estos pueblos y que lograr este objetivo no se hará sin la presencia y la agencia de ellas. En contra parte, subyace también la idea de que la justicia para las mujeres indígenas es una lucha colectiva y no individual. La justicia sin mujeres indígenas nunca será justicia para nuestros pueblos y la justicia para cada una de ellas se buscará siempre en comunidad.