Imagen: Frida Hyadi Díaz González 

Por Frida Hyadi Díaz González 

En 2021, el Instituto Nacional Electoral anunciaba que ese año tendríamos en México “las elecciones más grandes de la historia”. En dichas elecciones resulté seleccionada para ser presidenta en la casilla electoral que se instala en el centro de mi comunidad. Mi comunidad, El Mejay, se encuentra ubicada en el Valle del Mezquital, en Hidalgo, por lo que en esas elecciones elegiríamos a las y los diputadas y diputados que nos representarían por tres años. Estando en la casilla, sentada junto a mis vecinas y vecinos, esperando a que llegaran más personas a votar, pensé que justo una semana atrás también había pasado gran parte de mi domingo a tan solo unos metros de ahí, pero en un cargo muy diferente. Ese año no solo había sido seleccionada para ser presidenta de casilla en la elección: a inicios del año había comenzado a cumplir con mi primer cargo comunitario como tesorera en el Sistema de Agua Potable de mi comunidad (y justo una semana antes había sido día de cobro). Y es que, aunque ser presidenta de casilla y tesorera del agua son cargos de participación, ambos responden a realidades completamente distintas.

         Por una parte, ser funcionaria de casilla se enmarca dentro de la democracia representativa, que es una forma de gobierno en el que el poder político se ejerce a través de representantes que la ciudadanía elige. En otras palabras, quienes votamos en las elecciones, lo hacemos para que la persona por quien votamos decida en nuestra representación. Para que dichas elecciones sean lo más justas posibles, se han ideado un montón de leyes e instituciones: que si instituciones autónomas para la organización de elecciones, que si pluralidad de partidos políticos o que si candidaturas independientes. Sin embargo, no resulta una novedad mencionar que, aun así, persisten bajos niveles de participación ciudadana en las elecciones y una alta desconfianza en las instituciones. Pareciera que todos estos esfuerzos no han sido nada más que parches para todo un sistema.

Es por ello que desde hace algunas décadas se ha impulsado una democracia más allá de las urnas: una democracia participativa. Bajo esta lógica se impulsan mecanismos para que la ciudadanía pueda incidir sobre los problemas públicos. De esta manera, se pretende que las decisiones sobre los asuntos públicos no sean unipersonales ni verticales, sino que sean dialogadas y consensuadas; que las decisiones no sean opacas ni autoritarias, sino transparentes y con rendición de cuentas. Sin embargo, la realidad que hemos visto es que dichos espacios de participación no son equitativos ni de igual acceso. Sexenio tras sexenio se priorizan las opiniones e intereses de los grupos hegemónicos, excluyendo a quienes el sistema capitalista, patriarcal y colonial siempre ha excluido: a las personas pobres, a las mujeres y a los pueblos indígenas y afrodescendientes. En ese sentido ¿será que la democracia participativa es otro gran parche?

         Regresando a la historia: ser tesorera de nuestro sistema comunitario de agua responde, por otra parte, a una de las tantas formas de resistencia que los pueblos indígenas hemos encontrado para seguir acá, después de más de 500 años. La forma en la que los pueblos indígenas nos hemos organizado y gobernado a nivel comunitario nos ha permitido mantener nuestras propias formas de vida. Es en comunidad como participamos, dialogamos y llegamos a acuerdos para realizar obras, organizar nuestras fiestas o, como en este caso, garantizar servicios. Quizá Gladyz Tzul reconocería que nuestro Sistema de Agua Potable forma parte de un sistema de gobierno comunal que nos permite gestionar, regular y gobernar nuestros medios materiales de reproducción.

         Por sencillo que pudiera parecer, el día de cobro es mucho más que solo sentarnos a recibir dinero: es escuchar y tomar nota sobre lo que tenemos que hacer como comité para mejorar el servicio a nuestra propia comunidad. Quienes asumimos cargos comunitarios sabemos que existe una vigilancia, un diálogo y una retroalimentación constante; sabemos que las decisiones se toman en colectivo y la rendición de cuentas es en comunidad. Así que ¿todo es perfecto? No. Aún se reproducen violencias, sobre todo patriarcales, que obstaculizan la participación plena de quienes conformamos la comunidad.

         En mi opinión, hoy en día no podemos dejar de lado el construir una democracia más allá de las urnas que garantice la participación de quienes históricamente hemos sido excluidos y excluidas. No podemos vivir en un sistema antidemocrático que violente nuestros derechos, incluyendo nuestro derecho a la libre autodeterminación. Sin embargo, los pueblos indígenas hemos demostrado que existen formas de gobierno más allá de la democracia: formas de gobierno horizontales, participativas y basadas en la reciprocidad. Es por ello que creo en una democracia más allá de las urnas… pero creo mucho más en nuestra organización más allá del Estado.

Retrato de la autora: Triny Gonzalez

Pueblo yokot’an / chontal de Tabasco

Imagen: Agustín Jiménez

Por María Esmeralda López Méndez

Ukënëntan k’in kë tëk’i kubin ni t’an daba ni democraciaba, upët’e machk’a ni kandidatuba uk’anin yëlë jink’in uyajne tan ni yokokajob, jink’inba mach këwinatadok’o kani uyëlëjob o kuk’a uyëlëjob, kë chënën këlot’la uk’anin jëtse upechkëb uk’anin awëtinjob kama daba ¡kuxli ni democracia!… upëtë uchen xunbajob tu pat candidatuba.

Kama kë kajti’ën ya’an unt’u ajlo’ kë chokto’ jink’inba utëk’i xumba tan up’ete ni yokokajob tuba ajYokot’an, ubadaba naj noja tuba kë na’kajla të Mejiku, k’en këlot’la kama tëkë kë familiajob uts’ekbij upat’job të xunba kë ukaba “xumba tuba ni democracia”, jindaba uch’i xumbajo 50 k’in, k’en ajYokot’anjob abixijob (ajChontal tuba yëxtup), ni kë lot’lajoba nëmëjob të xumba tuba usakën ukuxlib uts, ubixe dok’ uyok buk’a, upa bu’u, upayok waj, utëk’ijob ni xumbëlib, ubadaba ya’an unp’e k’entiyom tuba ni xumbajini, jinchich yach’uju jin uyëbon unt’u kë lot’la ke ajni të xumba dok ni chunik, uk’anin ts’ayki kachi kada numijob.

Ni yokokajob tuba ajYokot’an ya’i uk’anin tëk’i ni up’ete ni t’an kama tëkë të k’atintë up’etë kë derechulajob, k ajnik uts kama tëkë tutoja ni democraciaba, mach kuwila kani uyëlë ni tan jiniba, takë welela chich une jink’in ajnoja mach uchë upatan kama uyëli kë uxe uchen tu pëntë ni kaj, uyëktan ubijch’ok ixiktakjob kama winikjob sin pëch’i ok’ ubixe dok uyok chim lëkë tu pechkë bajk’a ubisan upa’ pajbuk’a tuba utëpsen ni jitso jinba k’in, ya uk’anin k’otejob të ts’utë tuba uk’atën kë uchen upatan ni ajnoja kejin uyëli’ kë uxe uchenba, cheda que tëkë këlë si ya’an ni democraciaba kejin uyajnoja kaj tuba ni kaj o jindaba a pëpë chonbintonla ni t’an daba.

Ubadaba kuwi keni democraciaba mach se xiket të awet kama awëlin kwachichka kandidatuba, jindaba kënë kë to’to tsonenla ke yo ajnik kakradaba kaj pankab, kama tëkë k’anin k’ëne’ tan kaj kama yokokajob, bajk’a yo ajnik të ts’aykintik dok kë yokot’anlajob, kë kanin tusëla kani utsibajtësanonla ke ya’an tan kë kajla kë sakënla kë ajnikonla up’ete uts, ke mach ajnik tsibajtësi’a jink’in kë chënla t’an kama tëkë kënëntintik upete utsilela kejin ukënentan kada juntu ajyebejob ta yokoxiktak jin kënë  kënëntintij une, këjin uyëlin xik uch’en participajob tuba yakintik ti’o eleccionjob, kama daba nëmt’e këxela të ajtëla dok unp’e woyom uts’ ni democraciajob.

Ubadaba ya’an mëx k’en machk’a uch’ekmëke’ ubiji ni ixik, kama tëkë tuba yoko ixiktakjob, kama chida ya’an k’en tsibajtësi’a ke mach uyëktonla kë xikonla kë chenla participaba tuba ajnik tu toja ni democraciaba, ke uyëktanonla kë chenla ni t’an mach umëke’ kë ti’la kejin k’o kelëla ke ya’an tan kë pixanla, kachikada uch’e kë ëkéla unp’e k’ajalin tan ukuxli ni kë kajla kama tan kë patanlajob kejin ya’an chumujo ëmë kama jini tëkë iski këjin ukënën tan ni ajnoja, tan patan ti’o ni empresajob publicajob kama tuba ni partikularba, ni ixikba yo uchen xunba k’en mëxnat ni bij tuba chenintik upatan bajk’a yo yëktan umuk.

K’en mach ka uyëlë kë ya’an ni democraciaba, kënë chënintik kachikada upasintë ajnoja tan ni yokokajob kama tëkë kachikada ya’an ni ukuxle ni kë kajlajob kela’an ubadaba.

La democracia es el camino de los pueblos yokot’an

Hace mucho tiempo empecé a escuchar la palabra democracia, todos los candidatos la mencionaban cada vez que estaban de visita en los pueblos indígenas, en ese entonces no lograba entender a que se referían, solo veía a la muchedumbre aplaudir y gritar que “¡viva la democracia!”… y todos caminaban en el mismo sentido que iba el candidato.

            Dentro de los recuerdos, hay un joven que en ese entonces empezaba a caminar en las comunidades yokot’an, actualmente es el presidente de la república, unos amigos y familiares se unieron a él en una caminata llamada el “Éxodo por la democracia”, el cual tuvo una duración de 50 días; la gran mayoría estaba formada por los yokot’an (Chontales de Nacajuca, así se referían a nosotros). Nuestra gente, acostumbrada a caminar y más por una lucha con solo pozol, frijol  y tortilla, emprendió el viaje, hoy tengo un recuerdo de esa lucha, la guardo como obsequio de aquel campesino que emprendió ese viaje y contó su experiencia en el trayecto.

            Las comunidades indígenas yokot’an fueron puntos clave de protestas y reclamos de los derechos, fueron clave en la exigencia de una democracia justa, sin saber qué es lo que encerraba esa palabra, simplemente la pronunciaban cada vez que el gobierno no cumplía los acuerdos que realizaba con las comunidades. Mujeres y hombres descalzos dejaban a sus hijos y partían con bolsos en los hombros o en la mano, ahí llevaban una botella de pozol para apagar el hambre y la sed del día, se plantaban para exigir al gobierno lo que se había comprometido, de esta situación sale la reflexión de que si la democracia es el gobierno del pueblo y para el pueblo o es solo una frase vendida.

            Empiezo a comprender que la democracia no es solo gritar y apasionarse por cualquier candidato, es creer en un cambio verdadero que se debe dar en todos los rincones del mundo, en especial en los pueblos y comunidades indígenas, donde se garantice una comunicación en nuestras propias lenguas, se planteen los problemas reales y se busque un bienestar común, que exista la libertad y seguridad de las garantías individuales para todos los ciudadanos pero en especial para las mujeres indígenas, que desean participar en elecciones populares, de esta forma contribuimos a la existencia de una sociedad justa y democrática.

            Lamentablemente hoy existen muchos limitantes para las mujeres, en especial si son indígenas; de igual forma, existen muchas necesidades que nos limitan a participar para tener una verdadera democracia, necesitamos que nos permitan hablar sin censura de nuestro sentir; cómo podemos aportar tanto en la vida pública como en los puestos de menor a mayor rango que existen tanto en los gobiernos, empresas públicas y privadas, si la mujer tiene que recorrer un largo camino para que se le reconozca su trabajo y esfuerzo. Muchos pregonan y dicen que existe una democracia justa, sin embargo es necesario visualizar y fortalecer la forma de elegir a los representantes en las comunidades indígenas para mejorar la situación que guarda la vida política y social actualmente.

Retrato de la autora: Agustín Jiménez

Tyo’o ty’añjachix

Por Estela Mayo Mendoza

Pueblo ch’ol

Corría el año 2010 en Guadalajara, Jalisco, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, en la licenciatura en Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad de Guadalajara.

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