Imagen: Ivania Griselda

Por Guadalupe Martínez Pérez

Somos las que contamos historias en el fogón cuando hacemos las tortillas, somos las que contamos historias cuando lavamos la ropa en el río, las que vivimos en los montes, desiertos, ciudades a veces solas, a veces en la desolación, pedimos a los cuatro rumbos por nuestra tierra y territorio y a veces somos las sin tierra, pedimos a las ancestras, al universo o a lo que creemos por nuestras vidas, por nuestros cuerpos. Somos las que alzamos las voz para despertar, para gritar: “¡Ya basta!” ante tanta injusticia en todos los tiempos.

Las memorias de las mujeres son códices escritos con el corazón y la sangre de este país. Decidir qué es lo que queremos decir, escribir y cómo contar nuestras historias, saberes y conocimientos es defender el derecho a la libertad de expresión, contar desde una visión diferente de comprensión de las diferentes realidades que se viven como mujeres indígenas más allá de la famosa triple discriminación por ser pobre, mujer e indígena; esto último marca un hito importante porque nos dimensiona como parte de la colectividad de un pueblo y de un proceso histórico colonialista que a través de tres elementos sistémicos y patriarcales nos ha dominado, la religión, la milicia y la educación como mecanismos de control de las poblaciones originarias.

A partir de esos elementos hay una desposesión, un despojo constante de quiénes somos; por eso, otros cuentan las historias de las mujeres que no siempre son las historias que queremos contar, necesitamos ir más profundo, desmenuzando la palabra que hay dentro de nuestros pensamientos y de nuestros sentires.

Descolonizar significaría reconocer las luchas y logros de las mujeres indígenas, respeto a las formas de construcción del pensamiento, relaciones simétricas entre todas las personas, respeto a los saberes y reconocimiento a nuestras epistemologías. Entonces mis preguntas, profundas o escarbadoras, son: ¿Cómo contamos nuestras historias con un pasado colonialista al que hemos sido sometidas por más de 500 años? ¿Cómo escribimos nuestras historias con esas informaciones?¿Qué significa descolonizar las metodologías de aprendizaje para el reconocimiento de las propias formas de aprendizaje de informaciones que nos han heredado?

Hay que desenredar las hebras del tiempo para responder, desenterrando los conocimientos y sabidurías, despertando las palabras que nos dan poder, recuperando los elementos comunitarios, idioma, medicinas ancestrales y alimentos ligados a la tierra y territorio. Hay que analizar, reflexionar y criticar para re-aprender, reconstruir ese pasado desde otras miradas, desde otros lugares.

Es necesario escribir historias desde diferentes realidades, desde las vivencias, conocimientos y saberes, sentires y resistencias. Hay muchas formas de aprender desde las comunidades a través de la naturaleza, la tierra, el cuerpo, los sueños, las historias de sus pueblos, desde nuestras propias geografías. Ahora bien, la transmisión de la información es un ejercicio de libertad de expresión creativa de un pueblo, de una persona. El derecho a la información en este siglo es un derecho humano que pone al centro la dignidad, desde su visión, su cultura y que también implica informar y ser informada..

Nuestros pendientes son:

Compartir una agenda del derecho a la información desde los pueblos indígenas y en particular desde las mujeres indígenas.

  • Garantizar la seguridad jurídica para el ejercicio de la libertad de expresión, como personas o bien como colectivos de un pueblo, incluyendo acceso a la información desde todo tipo de plataformas, medios físicos y digitales.
  • Planes de acciones de política publica para la rendición de cuentas, que contenga el acceso a la información pública y, desde luego, desde nuestros propios pueblos, ejercer el derecho a buscarla, obtenerla y comunicarla.
  • Garantizar la conectividad y el acceso a las tecnologías de la información.
  • Crear nuestros propios modelos de comunicación que compartan filosofías y cosmovisiones propias.
  • Infraestructura territorial que garantice el acceso a la información, sin marginación y sin discriminación, con perspectivas interseccionales.

Como se dijo en la III Cumbre de Comunicación Indígena en la Mesa de Género y Despatriarcalización de la Comunicación de Abya Yala en el 2016, los medios de comunicación deben ser un instrumento de liberación, para la descolonización y despatriarcalización, desde nuestras formas de ser, pensar y hacer como comunicadoras y lideresas, con el objetivo de:

  • Promover y fortalecer la participación activa de las mujeres indígenas para que se involucren en los medios de comunicación, se empoderen de los mismos, desde los principios de igualdad, dualidad y complementariedad. 
  • Trabajar en los contenidos y mensajes, desde la identidad de los pueblos en igualdad y la visión de las mujeres indígenas y afrodescendientes, como estrategia para erradicar el machismo y las distintas formas de violencias.
  • Generar programas de radio que cuestionen el contenido violento de los medios y las formas de relacionamiento entre las parejas. 
  • Visibilizar en los medios de comunicación el trabajo de las mujeres indígenas y afrodescendientes, sin discriminación. 
  • Fortalecer a los medios de comunicación, radio y televisión de los pueblos y naciones indígenas y afrodescendientes, respetando la libertad de expresión y la opinión de quienes ejercen el liderazgo.
  •  Promover y dar espacio a las y los artistas de las comunidades y sus contenidos en las radios comunitarias, éstas deben reflejar mensajes educativos y constructivos. 
  • Respetar el origen, idioma y vestimenta de las comunicadoras indígenas y afrodescendientes en todos los medios de comunicación.
  • Implementar proyectos de antenas satelitales y medios comunitarios para zonas alejadas del Abya Yala y potenciar la comunicación para todos los pueblos del mundo, garantizando así el acceso a la comunicación.
  • Crear una Red a nivel continental que cambie el estilo de hacer comunicación, con contenido propio desde la realidad de cada pueblo indígena, con programas dirigidos por los propios sujetos activos (hombres, mujeres, niños, niñas, jóvenes, adultos mayores, personas con capacidades diversas y opciones sexuales diversas) transversalizando la descolonización y despatriarcalización, sin discriminación.
  • Articular redes de lucha contra la violencia, como un espacio de solidaridad, apoyo permanente a las mujeres indígenas y afrodescendientes.
  • Fortalecer las redes de comunicación del Abya Yala a través de los enlaces comunitarios.
  • Trabajar en redes los contenidos, producción y difusión de programas educativos para el fortalecimiento del núcleo familiar, de acuerdo con los sistemas normativos de cada pueblo indígena, para la descolonización y la despatriarcalizacion.

Estos son los puntos principales que hemos conversado desde nuestros espacios para proponer y trabajar por una información descolonizada.

Retrato de la autora: Archivo personal

Derecho a la información

Por Verónica Lucía Martínez Trujillo

Pueblo pame

Años atrás, en Santa María Acapulco, así como en las comunidades vecinas en el estado de San Luis Potosí, el derecho a la información no se alcanzaba a cumplir en su totalidad, sobre todo en el caso de las mujeres y de los jóvenes de la comunidad.

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Imagen: Verónica Lucía Martínez Trujillo

Por Verónica Lucía Martínez Trujillo

Años atrás, en Santa María Acapulco, así como en las comunidades vecinas en el estado de San Luis Potosí, el derecho a la información no se alcanzaba a cumplir en su totalidad, sobre todo en el caso de las mujeres y de los jóvenes de la comunidad; ya que en este contexto, los únicos que tenían derecho a recibir algún cargo, información o beneficio eran casi siempre las mismas personas, y ¡cuidado! si alguien más joven o una mujer quisiera llevar la contra o exigir algo en la comunidad.

Con el paso del tiempo, la llegada de algunas tecnologías y el cambio generacional (quienes antes eran jóvenes ahora ya son mayores de edad) provocaron que los hombres adultos, poco a poco, fueran permitiendo que jóvenes y mujeres se involucraran en los procesos de toma de desiciones.

Ahora, podemos encontrar a un joven adulto o a una mujer en cargos importantes dentro de la comunidad, como lo son los jueces auxiliares. En mi comunidad, este cargo representa la autoridad máxima a la cual se puede recurrir en caso de algún conflicto, agresión o solicitud de información. El juez auxiliar es un enlace entre el municipio y la comunidad y se le puede citar en cierto periodo, o cuando se requiera, para que brinde información de algún proyecto o algún beneficio para la población. Es así como esta autoridad convoca a la población a una asamblea con ayuda de sus auxiliares (dos suplentes del juez, comandante y policías) elegidos cada inicio de año. El periodo para cumplir esta comisión dura un año.

Es muy cierto también que, actualmente, la información es una herramienta muy útil para comunicarnos y conocer lo que sucede a nuestro alrededor; sin embargo, en nuestras comunidades el uso del internet es aún muy limitado, ya que por la lejanía de las zonas urbanas y por lo accidentado de nuestra geografía, se limita mucho la colocación de antenas así que el poco internet con el que contamos es de muy mala calidad. Hay que considerar también que no toda la población cuenta con algún dispositivo electrónico, incluso existe mucha gente adulta que, en su mayoría, no sabe leer ni escribir. Las personas que sí saben hacerlo se encuentran alejadas de la comunidad, son de bajos recursos o simplemente no se involucran con las autoridades.

También hay que aceptar que hay autoridades que niegan información a la población entera, provocando que solo sean las mismas personas de siempre las que obtengan los beneficios de la información que las autoridades se guardan para un pequeño grupo. Aunque se escuche mal, algunas veces, los que buscan tener un cargo en la comunidad lo hacen para sobresalir económicamente y acaparar todos los beneficios que el estado o municipio brinde a la comunidad. Por esta razón, es fundamental que la información llegue siempre a todas las personas y podamos ejercer así nuestro derecho a la información.

Retrato de la autora: Jonas Hernández

Por Ángel._.Gabriel

El derecho a la información es el derecho a nuestro propio autoconocimiento, a soñar con lo posible de lo imposible, refrescar las ideas y renovarlas, es encontrar la inspiración para seguir viajando en esta travesía llamada vida, implica un encuentro con el mundo ilimitado que expande nuestra mente y nuestra conciencia, creando y recreando nuevos paradigmas para nuestra existencia.

Retrato de la autora: Archivo personal